En el post anterior repasábamos las decisiones tomadas por Ainge en relación a la contratación y traspaso de jugadores en los poco más de dos años al frente de la dirección de operaciones. Para muchos han sido años de idas y venidas, de falta de rumbo, de ideas poco claras. Si se analizan las decisiones por separado, es cierto que se puede extraer esa conclusión: no todas las decisiones han sido coherentes con una línea de trabajo estricta. Ahora bien, ya señalábamos que ha existido siempre una apuesta de fondo, que es el Draft. Sin embargo, no es la única. Las decisiones parecen obedecer a un criterio de evolución que ha variado a lo largo del tiempo y que se desglosa visiblemente en tres ciclos:
1) De Marcus Banks a Justin Reed (junio de 2003-junio de 2004): renovación y rejuvenecimiento. A lo largo de este periodo Ainge generó una muy profunda transformación de la plantilla, con esos dos criterios fundamentales: acumular opciones en el Draft (que se inauguran con el traspaso de Songaila) y generar traspasos que aporten gente más joven y con cualidades. Los criterios de renovación se aplican temeraria y claramente en el caso de Walker. Sólo un número reducido de jugadores de la era O'Brien sobreviven a este periodo.
2) De Gary Payton a Antoine Walker (julio de 2004-mayo de 2005): consolidación de un equipo competitivo: la llegada de Payton implica un giro en el tipo de decisiones tomadas hasta el momento. A ello no es ajeno el desastroso final de temporada 2003. Junto a la importante renovación de Blount, PAyton supone un intento de generar un equipo competitivo basado en veteranos titulares y jovenes promesas saliendo desde el banquillo. La formación de inicio de temporada (Payton, Davis, Pierce, Lafrentz, Blount) no deja lugar a dudas. Sin embargo, las limitaciones competitivas del equipo se hacen evidentes y conducen a tomar una curiosa decísión en febrero: el retorno de Walker. La buena imagen ofrecida por los rookies y este refuerzo llevan a proclamar a los propietarios que el ciclo de traspasos ha concluido.
3) Crisis y nuevo proceso de reconstrucción (junio de 2005 en adelante): la imagen ofrecida en la primera ronda de playoff ahoga todas las expectativas en el equipo construido en 2005. Tras unas semanas de silencio, las decisiones de la postemporadad no dejan lugar a dudas: hay que construir una nueva plantilla. Aun desconocemos cual es el alcance real de esta nueva restructuracion, pero todo parece indicar que va a ser profunda. Desde un primer momento se renuncia a intentar que Walker o Payton se queden en el equipo. No se contrata a ningún jugador con más de cinco años en la NBA, al menos hasta dia de hoy. Se firman contratos largos a rookies que han pasado por el draft y que no han pasado. Se siguen acumulando futuras rondas. Se superpuebla la plantilla. Paralelamente, se contrata un nuevo role player (Scalabrine) y se persigue a otro base (Dickau). Todo ello son solo las primeras piezas de un puzzle en el que da la sensación que la mitad aun no han salido de la caja, pero que sin duda augura un ciclo largo, similar al menos al de 2003-2004, de reconstrucción a fondo, que puede extenderse hasta el próximo verano o incluso más allá.
El camino que actualmente sigue en su planificación Boston no adolece de coherencia pero refleja sin duda que gran parte del proyecto seguido en las dos temporadas anteriores ha fracasado. Y por ello, en base a sus aspectos más exitosos, se ha escogido un nuevo camino, cuyos primeros indicios apuntarían en el mejor de los casos tenacidad y en el peor temeridad. Ya hemos comentado que es un camino lleno de riesgos e incertidumbres y, personalmente, creo que es el último que recorrerá Danny Ainge. Sus extensión de contrato marca el límite máximo de que dispone para ver fructificar su proyecto. No sobrevivirá a un nuevo fracaso, que de darse sería mayor que el anterior.
1) De Marcus Banks a Justin Reed (junio de 2003-junio de 2004): renovación y rejuvenecimiento. A lo largo de este periodo Ainge generó una muy profunda transformación de la plantilla, con esos dos criterios fundamentales: acumular opciones en el Draft (que se inauguran con el traspaso de Songaila) y generar traspasos que aporten gente más joven y con cualidades. Los criterios de renovación se aplican temeraria y claramente en el caso de Walker. Sólo un número reducido de jugadores de la era O'Brien sobreviven a este periodo.
2) De Gary Payton a Antoine Walker (julio de 2004-mayo de 2005): consolidación de un equipo competitivo: la llegada de Payton implica un giro en el tipo de decisiones tomadas hasta el momento. A ello no es ajeno el desastroso final de temporada 2003. Junto a la importante renovación de Blount, PAyton supone un intento de generar un equipo competitivo basado en veteranos titulares y jovenes promesas saliendo desde el banquillo. La formación de inicio de temporada (Payton, Davis, Pierce, Lafrentz, Blount) no deja lugar a dudas. Sin embargo, las limitaciones competitivas del equipo se hacen evidentes y conducen a tomar una curiosa decísión en febrero: el retorno de Walker. La buena imagen ofrecida por los rookies y este refuerzo llevan a proclamar a los propietarios que el ciclo de traspasos ha concluido.
3) Crisis y nuevo proceso de reconstrucción (junio de 2005 en adelante): la imagen ofrecida en la primera ronda de playoff ahoga todas las expectativas en el equipo construido en 2005. Tras unas semanas de silencio, las decisiones de la postemporadad no dejan lugar a dudas: hay que construir una nueva plantilla. Aun desconocemos cual es el alcance real de esta nueva restructuracion, pero todo parece indicar que va a ser profunda. Desde un primer momento se renuncia a intentar que Walker o Payton se queden en el equipo. No se contrata a ningún jugador con más de cinco años en la NBA, al menos hasta dia de hoy. Se firman contratos largos a rookies que han pasado por el draft y que no han pasado. Se siguen acumulando futuras rondas. Se superpuebla la plantilla. Paralelamente, se contrata un nuevo role player (Scalabrine) y se persigue a otro base (Dickau). Todo ello son solo las primeras piezas de un puzzle en el que da la sensación que la mitad aun no han salido de la caja, pero que sin duda augura un ciclo largo, similar al menos al de 2003-2004, de reconstrucción a fondo, que puede extenderse hasta el próximo verano o incluso más allá.
El camino que actualmente sigue en su planificación Boston no adolece de coherencia pero refleja sin duda que gran parte del proyecto seguido en las dos temporadas anteriores ha fracasado. Y por ello, en base a sus aspectos más exitosos, se ha escogido un nuevo camino, cuyos primeros indicios apuntarían en el mejor de los casos tenacidad y en el peor temeridad. Ya hemos comentado que es un camino lleno de riesgos e incertidumbres y, personalmente, creo que es el último que recorrerá Danny Ainge. Sus extensión de contrato marca el límite máximo de que dispone para ver fructificar su proyecto. No sobrevivirá a un nuevo fracaso, que de darse sería mayor que el anterior.
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