Tras los últimos dos partidos, frente a los Magic y los Blazers respectivamente, Boston ha logrado encajar dos victorias seguidas, lo que rehabilita levemente la imagen de unos Celtics, fuertemente castigada por seis derrotas consecutivas frente a equipos de diverso nivel. Si la primera victoria tuvo lugar por un amplio margen, 115-83, la segunda ha sido bastante más ajustada: 102-94.
Ciertamente estas victorias no resultan demasiado trascendentes, tanto por su carácter aislado como por la debilidad de los equipos a los que Boston se ha enfrentado. Si algo tienen en común los tres, es que experimentan difíciles procesos de reconstrucción, que los mantienen lejos de los playoffs en sus respectivas conferencias. Sin embargo, algo de meritorio tiene que Boston se haya alzado con el triunfo estando tan corto de efectivos: no está Davis, no está Blount, no está Banks, no está Reed, no está Dickau, no está Jefferson y no está Perkins, aunque sí que está Szczerbiak y también Olowakandi y Jones -si bien estos dos es como si no estuvieran-.
Sin gran parte de los jugadores con los que se planeó la temporada, Boston ha jugado los principales minutos solamente con siete jugadores, en los que sigue sobresaliendo el mejor Pierce que han visto los ojos baloncestisticos, pero ahora muy bien secundado por Wally Szczerbiak, quien ha incrementado su anotación, ha mejorado su eficacia de tiro y ha descubierto la faceta de las asistencias. En el actual Wally, el traspaso de Ricky Davis adquiere verdadero sentido. Otro aspecto sobresaliente es el tiempo de juego que ha conseguido Ryan Gomes a causa de las bajas. En ambos partidos se ha mostrado irregular, pero en el segundo ha obtenido una remarcable marca de 14 puntos y 9 rebotes, algo que no habíamos visto por ejemplo en nuestro "exsegunda ronda" Justin Reed o en el veterano Brian Scalabrine, que al vérsele jugar, hace pensar que Walter McCarty tiene categoría de All Star. Finalmente sería injusto no destacar la solidez mostrada por Raef Lafrentz, en el apartado anotador y en funciones de center (16 puntos frente a Orlando).
Todo esto, aunque no es mucho, nos lleva a la siguiente atrevida conclusión: hay esperanza para los Celtics. Si consideramos la solidez de West, Wally y Paul; la adaptación de Perkins a la titularidad, y los destellos de Gomes y Jefferson, tal vez podamos llegar a creer, como muchos comentaristas, que cuando este grupo de jugadores madure y se acople óptimamente, habrá un equipo con potencial de algo. Sin embargo, estamos lejos de dar por concluida la construcción del equipo. El paso adelante del equipo pasa necesariamente por incorporar a un jugador interior dominante, que puede ser un Al Jefferson más maduro, o en caso contrario, tendrá que ser otro jugador que llegué a través de un traspaso. Si Boston consigue ese jugador por el desarrollo de Jefferson o por un traspaso que no altere la composición del grupo principal actual (West - Pierce - Szczerbiak - Perkins), estaremos sin duda ante un equipo de playoff y con futuro; si hay que sacrificar a Pierce para conseguirlo, alcanzar ese nivel puede llevar más tiempo.
Otra incógnita de la ecuación es el papel de Gerald Green. Personalmente no albergo dudas sobre el potencial del jugador, pero son abundantes en cuanto a las oportunidades que se le puedan proporcionar y el trabajo técnico que se haga con él. A pesar de algunas opiniones mediáticas, Gerald Green es una gran apuesta de Danny Ainge y no será traspasado excepto para aportar un jugador estelar. Quizás se convierta en el as en la manga en un eventual traspaso de Pierce, pero no de forma inmediata.
Finalmente hay que reseñar la preocupación por el rendimiento de algunos jugadores. En cuanto a Scalabrine, preocupa mucho su baja aportación al juego, a pesar de contar con minutos regularmente saliendo del banquillo o incluso en la titularidad. Es triste que el aficionado piense que Boston ficha jugadores inútiles pero aun lo es más que el jugador en cuestión lo demuestre partido tras partido y haga méritos para destruir su carrera deportiva. En segundo lugar, es preocupante la situación de Orien Greene, un jugador que se ha beneficiado del traspaso de Banks y la lesión de Dickau para ganar un buen número de minutos por partido, que muestra cierta capacidad para la dirección del juego pero que se muestra inédito en el apartado anotador: ¿falta de aptitudes, de confianza técnica o de confianza en sí mismo? Después tenemos el asunto Olowakandi: es remarcable que los Wolves hayan conseguido un pívot más útil con Blount que con Candyman, para quien los días en la NBA están tan contados como los de Vin Baker. Por otra parte, poco que decir de Dwayne Jones: actuación correcta en el rebote frente a Porland en los minutos que dispuso y sin oportunidades frente a Orlando. Y por último, aunque no menos importante, la situación de Tony Allen: sin minutos y sin contribución, Allen se ha convertido en uno de los jugadores más inadvertidos de Boston. Puede que sus lesiones, así como sus problemas legales, hayan hecho olvidar al jugador seleccionado para el All Star 2005 como parte del equipo rookie, pero existe un temor razonable de que no se trate solamente de eso: sin chispa, sin energía, Allen parece apagarse prematuramente.
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