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Necesitas un center en tu vida (1988-2015)

Querido céltico: si quieres comprender porque, cuando algunos leemos que el fichaje de Zeller and Co es una jugada magistral de Ainge, se nos ponen los pelos de punta, necesitas leer lo que viene a continuación.

Los Boston Celtics son la franquicia de Bill RussellDave Cowens y Robert Parish, tres tipos que fueron auténticas referencias en la posición de Center y sin cuya contribución no existirían la mayor parte de títulos con los que cuenta la franquicia. En cambio, hoy en día, consultas el roster de los Celtics y en esa posición te encuentras a  Tyler ZellerVitor Faverani y Joel Anthony, unos individuos que son verdaderos personajes anónimos del baloncesto profesional y que no alcanzarán ni una décima parte de la calidad que atesoraron estos tres hombres. Russell, Cowens y Parish ejercieron su dominio bajo los tableros en los años 1960, 1970 y 1980 respectivamente. De haber perdurado la tradición, deberíamos de ser capaces hoy de identificar al center dominante de la década de 1990, al de la década de 2000 y al de la década actual. Sin embargo, ningún otro jugador que haya ocupado esa posición ha sido un pívot de gran nivel: ha habido unos pocos dignos, pero sobre todo los ha habido indignos e incluso pésimos. Y es un buen momento para recordarlos.

Cancionero y romancero de ausencias (1988-2000)

Para descubrir en que momento los Celtics dejaron de sumar centers dominantes a su roster, debemos viajar casi 30 años atrás, a a la temporada 1985-86. Aquel año los Celtics enmurallaron su juego interior incorporando a Bill Walton como sexto hombre, quien al doblarse con Parish, aportó a los Celtics lo que necesitaban para ganar el campeonato y ser una de las mejores plantillas de la historia. Se esperaba repetir la misma fórmula el año siguiente, pero las graves e irreversibles lesiones de Walton anularon su poderío y los de Boston no resistieron el acecho de los Lakers en unas finales marcadas por un banquillo céltico muy endeble. En aquel entonces,  Robert Parish seguía siendo una referencia en la posición, pero contaba ya con 33 años y no solo iba a necesitar un relevo de garantías en el banquillo, sino que los Celtics debían enfrentar a medio plazo su relevo en la titularidad. Comenzaba así una larga búsqueda cuyo fracaso se encuentra estrechamente ligado a lo extraordinariamente largos que fueron los años oscuros de los Celtics tras el declive y marcha del Big Three.

El primer proyecto de relevo fue Mark Acres, un joven jugador carente de talentos, que relevaría a Parish junto al veteranísimo Artis Gilmore  durante la temporada 1987-88. Exhibió un juego bastante irregular y vería disminuido su papel en la siguiente, con la llegada de Pinckney y Joe Kleine a cambio de nuestro GM Danny Ainge. Sus días como céltico acabaron tras ser elegido por Orlando en el Draft de expansión. Sería precisamente Joe Kleine la segundo apuesta joven del equipo en la madurez de Parish. Este jugador fue un bulto sospechoso bastante claro, aunque acabase reclutado por los Suns de Barkley y los Bulls de Jordan, y durante sus tiempos célticos su aportación fue decreciendo progresivamente hasta abandonar el equipo en la temporada 1992-93, en la que también se despedía Kevin McHale y en la que Bird llevaba ya un año retirado. La falta de talento en la posición era vivida con preocupación por un Auerbach que para el Draft de 1990 sugería a Dave Gavitt fijarse en jugadores como Duane Causwell o Dwayne Schintzius, pero las carencias más que evidentes en la calidad de los centers elegibles en la zona media de 1a ronda en aquellos años acababan dirigiendo a los Celtics a elegir hombres para otras posiciones. De ahí, por ejemplo, la elección de Dee Brown en dicho draft.

Ningún otro center que no se llamara Parish tuvo una vida destacada hasta 1993, ya que la tercera apuesta, en este caso por Stojko Vrankovic, también fue un fracaso sin paliativos que jugó poco y no dejó ni un minuto de buen juego, de modo que, a la hora de dar descanso, la posición la tenían cubrir sobre todo los PFs del equipo (McHale y más tarde Pinckney), sobre todo en partidos importantes. La situación fue sostenible mientras el equipo mantuvo su buen nivel y su presencia fija en los playoffs, a pesar de la veteranía de Bird y McHale y gracias a la explosión de Reggie Lewis. Pero tras la muerte de Lewis y con un Parish con 39 años la situación era ya insostenible y a Boston no le quedó otra alternativa que apostar por el Draft. Fue así como llegó la cuarta apuesta de relevo, el fantástico Acie Earl, elegido en la posición 19 del Draft de 1993. Todo lo que se puede decir de este hombre es que era un bulto con patas y que era malo hasta para hacer de bulto, por lo que todas las expectativa de que el Jefe le adiestrara fueron inútiles y aunque en su primer año se le dieron minutos, partidos y confianza, la llegada de Dino Radja (otro PF que tuvo que hacer de C) y su falta evidente de talento le pusieron de patitas en la calle al año siguiente sin que disputase demasiados partidos más.

Llevamos ya 6 años de infructuosa búsqueda de centers y llegamos a la temporada 1994-95. Este fue el primer año de la supercalifragilística etapa de M.L. Carr al frente de los despachos de los Celtics, quien rechazó por completo contar con Parish, para fichar con el dinero de su contrato a Dominique Wilkins, e  impulsó la llegada de dos interiores capaces de ocupar la posición: una nueva apuesta del Draft, Eric Montross, con el número 9, y el eternamente comprometido por las lesiones Pervis Ellison. El primero era quien estaba llamado a ser la respuesta a largo plazo en la posición. Mejor jugador que Earl y con un año rookie digno, aunque sin alardes, fue titular en casi todos los partidos, mientras Pervis se dedicaba a profundizar su extensa relación con la enfermería (lo que no impidió que se mantuviera 6 temporadas en Boston, sobreviviendo incluso a la criba de Pitino). En la siguiente temporada, la 1995-96, la evolución de Montross fue más bien negativa, demostrando tras la lesión de Dino Radja que no podía hacerse cargo de los tableros y Carr no desaprovechó la oportunidad de traspasarlo por dos primeras rondas que acabarían siendo mucho más rentables, puesto que aportarían al equipo a Antoine Walker y a Ron Mercer. De cómo afrontó Carr la baja de Montross en 1996-97, el año del gran tankeo pro Tim Duncan, casi es mejor ni hablar. Carr amplió las funciones de center de Radja y cuando cayó nuevamente lesionado, los innombrables Marty Conlon y Brett Szabo ocuparon su puesto, además del veteranísimo adquirido el año anterior Alton Líster. Y lo hicieron con muchísima (pero muchísima muchísima) más pena que gloria.

Llegamos así al noveno año buscando center, en el que tuvo lugar la contratación de Pitino y la frustración por no conseguir a Duncan, quien se habría convertido en el nuevo gran eslabón en la jerarquía Russell-Cowens-Parish. Disgustado Pitino por la mala suerte, le subió la testosterona y firmó al mediocre center Travis Knight un contrato de 22 millones de dólares por 7 años, con lo que los Celtics sumaban un nuevo fiasco en la posición. Dicha mediocridad le impidió hacerse con la titularidad, que recaeria más a menudo sobre los hombros de Andrew DeClerq, un recluta más barato y también de pocos talentos. Es por ello que en el verano de 1997, Pitino optó por traspasar a Knight por un interior que resultaría más fiable, el recordado Tony Battie, y que a mitad de la temporada 1998-99, haría una operación similar intercambiando a DeClerq por Vitaly Potapenko. Pitino se dejó sin embargo en ella un valioso pick, cuyos propietarios acabarían convirtiendo en André Miller. Dichos traspasos pusieron las bases para un cambio de tendencia, que sin embargo aun tardaría en plasmarse. Battie empezó como titular pero Potapenko lo sustituyó tras su llegada y no lo hizo del todo mal en su primer año si lo comparamos con sus predecesores. Su progresión, sin embargo, sería descendente, conservando la titularidad pero viendo reducidos sus minutos y su contribución al juego, por lo que Potapenko tenía los días contados como center titular y tras temporada y media en el equipo, pasaría los años siguientes saliendo del banquillo. Doce temporadas de búsqueda y los Celtics seguían sin tener claro a quien poner a jugar de pívot.

El hombre acecha (2000-2011)

La temporada 2000-2001 traería importantes cambios a Boston. En materia de centers Boston malgastaría en el Draft de 2000 una primera ronda de Draft en el inútil center denominado Jerome Moiso. También se incorporó un nuevo proyecto, el posteriormente detestado Mark Blount, quien tras la renuncia de Pitino y la llegada de O’Bryant, acabó ganándose la confianza para completar la temporada aquel año como titular. Pero dado que sus cualidades no eran nada del otro mundo y sus capacidades de trabajo no tenían parangón con las de Battie, en el año de la resurrección, la celebrada temporada 2001-2002, en que los Celtics alcanzarían tras seis años sin playoffs la final de la Conferencia Este, sería Battie el indiscutible pívot titular, aunque con los minutos controlados y cubierto todavía por Potapenko desde el banquillo. Battie fue el principal propietario de la plaza de titular hasta iniciarse la temporada 2003-2004 y gozó ese periodo de los mejores años de juego de los Celtics entre el primer y el segundo Big Three. Su problema, sin embargo, era que no pasaba de ser un interior correcto, que a base de talante trabajador y trabajo defensivo aportó ciertos intangibles sin los que no se entendería el éxito de los Celtics en aquellas temporadas. Battie cumplía, pero ni mucho menos dominaba, y es por es que los gestores de la franquicia decidieron en 2002 prescindir de Joe Johnson para obtener a Rodney Rogers y que luego tirarían la casa por la ventana para traer a Vin Baker.

Como digo, Battie no pasó nunca de ser un center cumplidor, por lo que a Ainge no le temblo la mano para traspasarlo en la temporada 2003-2004, en su primer año al frente del equipo. Para entonces el panorama interior céltico había cambiado notablemente. En el verano de 2002 Boston había contratado como solución milagrosa para reforzar el juego interior a un alcoholizado Vin Baker, capaz en teoría de ocupar las posiciones de PF y C. Al jugador le fue imposible rendir al nivel que exigían sus elevados emolumentos y tuvo que ser apartado de las pistas en febrero. Posteriormente, en junio de 2003, los Celtics se hicieron en el Draft, vía traspaso, con los servicios del que sería el mejor center de todos estos años, Kedrick Perkins, aunque en una edad muy tierna en que era completamente incapaz de aportar cosas al equipo. Y con Baker aun entre algodones, pero en proceso de recuperación parcial, en septiembre de 2003, los Celtics se hacían con los servicios de Raef Lafrentz, quien llegaba junto a otros jugadores a cambio de Antoine Walker. Los Celtics disponían así de un extenso juego interior en el que  aun permanecía Blount y que tras la buena imagen que por fin empezaba a dar Baker en otoño de 2003, parecía saturado de jugadores. De ahí que en diciembre de 2003 Battie se convirtiera en uno de los activos que facilitó la llegada a Boston de Ricky Davis desde Cleveland.

Tras la marcha de Battie, todo se complicó. Lafrentz quedó fuera de combate para toda la temporada pocos días antes del traspaso de Tony y Baker volvió a caer por la pendiente del alcoholismo, por lo que tuvo que volver a ser apartado del equipo, esta vez para siempre. Y en tales circunstancias solo quedó un Mark Blount en último año de contrato para ocupar el puesto de pívot, ocasión que aprovechó y de que manera: jugó como el jugador que nunca había sido y reboteó como nunca jamás, aunque ello solo sirvió a los Celtics para completar una pésima temporada en medio de un caótico año de traspasos y lo que fue muchisimo peor, para firmar al final de la misma a Blount un horrible contrato de 41 millones por 6 años. Merece mencionarse también que junto a Ricky Davis llegaban otros dos centers, uno con apariencia de digno, Chris Mihm, que cumplió con su papel hasta final de temporada, momento en que fue traspasado a los Lakers, y el innombrable Michael Stewart, que permitió cuadrar salarios.

Con Blount, Ainge estaba convencido que tenía center para años, pero todo fue un engaño. Su rendimiento posterior fue impropio de un profesional y uno de los mejores ejemplos de apatía e indiferencia en pista, a pesar de sus elevadísimos ingresos. Su rebote se marchó para siempre, su actitud defensiva desapareció y su trabajo ofensivo empeoró ostensiblemente. La caida en picado de su juego tuvo que se cubierta mediante la recuperación de Lafrentz, quien disputaría la temporadas 2004-2005 y 2005-2006 sin desmontarse mucho, pero que nunca volvería a ser el jugador que era antes de ir a Boston; por un Perkins que empezaba a jugar algún minuto y por Al Jefferson, elegido en el Draft de 2004, aunque asignado en principio a funciones de PF. Así las cosas, la posición de center siguió siendo muy precaria en esas dos temporada y el intercambio en enero de 2006, en una operación de varios jugadores, entre Blount y el antiguo y fallido número 1 del Draft Michael Olowakandi no aportó nada en absoluto en una temporada en que los Celtics no alcanzaron siquiera los playoffs.

Llegamos así a la temporada de 2006-07, la de tanqueo en pos de otro center, en este caso Greg Oden. Boston se deshizo en verano de Lafrentz recibiendo a cambio a otro center veterano, Theo Ratliff, más sólido y formal pero cuyas lesiones le permitieron disputar tan solo dos partidos. Sin nadie más a quien recurrir, los Celtics aprovecharon sus jóvenes cartuchos y dieron a Perkins y Jefferson las riendas del juego interior, a quienes completaban los jóvenes Ryan Gomes y Leon Powe, ejerciendo este último de center suplente a pesar de su corta estatura. La temporada sería un desastre y la precariedad seguía siendo la norma por dentro, pero la operación Big Three lo cambió todo. Con llegada de Kevin Garnett al juego interior céltico en el verano de 2007, el equipo tenía más que suficiente con Perkins para completar un quintento convincente por dentro, pero debe reconocerse que ello fue posible por la progresión experimentada por Perk en cuatro temporadas vistiendo el verde. Con el interior de 23 años asentado en la posición de Center y con un Powe trabajador como el que más, Boston solo tuvo que preocuparse de disponer relevos de ciertas garantías, lo que conseguiría con la llegada en primavera de P.J. Brown, además de los complementarios Scott Pollard y Glen Davis. Todo ello fue suficiente para conseguir el ansiado título, pero las cosas se torcieron al año siguiente con la marcha de Brown y sobre todo la letal lesión de Garnett, ante la cual solo Davis fue capaz de dar un paso al frente, mientras que por la plantilla pasaban pívots impropios de un equipo campeón como Patrick O’Bryant o Mikki Moore. Así las cosas Ainge prefirió ir sobre seguro para la temporada 2009-2010 e intentó hacerse con un interior de peso en Rasheed Wallace y un recambio de saldo en Shelden Williams. Wallace ya no era ni de lejos el jugador que había sido en Detroit unos años antes, pero la fórmula fue lo bastante sólida como para realizar un nuevo ataque al título, que les llevó hasta el séptimo partido en los Angeles, donde el equipo no fue capaz de reponerse de la infausta lesión de Perkins en el sexto partido.

Recapitulando estos tres años, es evidente que Perkins fue la mejor referencia en la posición que los Celtics tuvieron desde la retirada de Parish. No era ni demasiado talentoso ni disponía de una gran condición física, pero conocía su trabajo, gozaba de una gran química con el resto de jugadores y era una referencia defensiva. Parecía que Boston tenía Center para años, pero con Danny Ainge nadie se puede sentir seguro. Ante la gravedad de la lesión de Perkins y la primera retirada de Rasheed, su plan para la temporada 2010-2011 consistió en reclutar a dos viejas gloras del baloncesto: Jermaine O’Neal y Shaquille O’Neal. El movimiento fue acertado en la medida que Boston necesitaba ayuda en las posiciones interiores y que un Shaquille sano formando en pista con Rondo, Pierce, Allen y Garnett suponía contar con un quinteto histórico, tan bueno como el de las temporadas precedentes y difícilmente batible. Lo que fue un error es pensar, dados los riesgos inherentes en contar con jugadores con tantas temporadas a su espalda, que eso hacía prescindible a Perkins, a quien le tocó hacer las maletas y marcharse a Seattle a cambio de Jeff Green y otro center vulgar, Nenad Krstic. Sobre lo que hubiera pasado de no producirse este traspaso solo se puede especular, pero marcó el punto de declive del Big Three, toda vez que los dos O’Neal quedaro fuera de combate antes de llegar a media temporada y Boston acabó rellenado el equipo con lo que pudo y completando una temporada muy por debajo de las expectativas generadas.

El rayo que no cesa (2012-2015)

Los desastres de 2011 han condicionado indudablemente las cuatro temporadas siguientes. Esto es así, en la que medida que a Shaquille le toco afrontar la retirada y Krstic acabó en Europa. Jermaine se quedaría un año más, pero las lesiones le impidieron disputar siquiera un tercio de la temporada regular. Para colmo Boston malgastaba su pick de 1a ronda en un pésimo interior como JaJuan Johnson, y las únicas nuevas caras interiores eran un limitado Chris Wilcox y un nuevo center aun más limitado llamado Greg Stiemsma, al que más adelante se sumaría otro trasto llamado Ryan Hollins. Con este panorama, a Boston no le quedó otra opción que poner a Kevin Garnett en funciones de Center, quien formaría duo interior en esta y en la siguiente temporada con Brandon Bass. Hay que reconocer que a pesar de las innegables carencias, la fórmula fue efectiva para regresar a la final de Conferencia y disputar un titánico cruce con los Heat, pero ahí quedó la cosa y ese fue el punto final del Big Three, de las heroicidades de Boston en los playoffs y del equipo brillante que disfrutamos durante cinco años. Una nueva edad oscura comenzaba y se cumplía la norma que no ha fallado nunca en las malas temporadas de las últimas décadas: volvía a no haber un center decente.

Así las cosas, en la temporada 2012-2013 se siguió estirando el modelo del año anterior y todo lo que se le ocurrió a Ainge fue completar la plantilla con centers tan horripilantes como Fab Melo (otra primera ronda malgastada en un interior), Jason Collins o Darko Milicic. En contraste, se tuvo el acierto de incorporar un interior decente en la persona de Jared Sullinger, quien sin embargo solo pudo contribuir durante media temporada. En este contexto, con el declive de Garnett, un mal año de Bass, las limitaciones de Green para jugar por dentro y la lesión de Rondo, la temporada se fue rápidamente a hacer puñetas en una pésima primera ronda de playoffs, y viendo que la situación era difícilmente subsanable, a Ainge no le quedó otra que tomar el autobús que le habían puesto los Nets, empacar a sus estrellas y enviarlas a Broklyn a cambio de viejas glorias sobrepagadas, algún jugador útil y un buen número de rondas de Draft. Hay que reconocer que la conciencia de la necesidad de un center se reflejó en la tentativa previa de cambiar a Garnett y Doc Rivers por DeAndre Jordan, movimiento que nos permitiría hablar ahora de otro jugador digno en la posición, pero sabido es que la NBA impidió el traspaso. Y con un roster caótico tras el traspaso con los Nets y una ausencia casi completa de centers en la plantilla, las soluciones para la temporada 2013-2014 han pasado por poner a rotar a los PFs en la posición: Bass, Kris Humphries, Sully o Olynyk. Y entretanto, el único center natural y fichado para jugar en la posició, Vitor Faverani, ha estado entre marginado y lesionado, y la llegada Joel Anthony solo ha servido para adornar el banquillo y malgastar dinero.

Ciertamente es difícil encontrar en 27 años de historia céltica una gestión tan mala de la posición de Center como la que ha habido en las dos últimas temporada, que solo se podría comparar a la de los tiempos de M.L. Carr. Pero quizás sea más adecuado hablar de  no gestión y se le deba restar importancia, porque los resultados de la temporada pasada han acabado no importándole a nadie y no vivimos precisamente en una época de centers dominantes y donde abunden los hombres altos. No obstante es innegable que las malas temporadas han ido  ligadas a malas soluciones para dicha posición y por lo tanto encararlas como es debido es una necesidad de primer orden. La historia reciente no deja lugar a dudas.

Y es así como llegamos a Tyler Zeller, el último nombre de esa larga lista de proyectos imposibles que salta a la palestra como posible solución. El perfil nos resulta demasiado familiar: una elección de segunda mitad de primera ronda,  sin talentos destacables y sin demasiadas inclinaciones reboteadoras, es decir, un center entre mediocre y malo. Joven, sin duda, y con capacidad de progresión, pero que no pasa de ser una solución de urgencia para cubrir el expediente, como lo han sido muchos de los jugadores que acabo de recordar. Nada que ver con un Omer Asik, que sí que podría haber sido una solución duradera y decente de haber extendido su contratro en Boston y una pieza adecuada para un proyecto de revitalización que tarde o temprano se habrá de afrontar. Pero los vientos soplan en otra dirección en estos días. En cualquier caso, es obvio que mientras esta posición no esté razonablemente bien cubierta, lo cual no necesariamente pasa por disponer de un center de gran calidad si se dispone de otro interior dominante (cosa, por cierto, que por el momento no es Sullinger), no volverá a haber equipo competitivo, como ha quedado claro en el recorrido por este periodo y como también demuestra toda la historia céltica.

El que olvida su historia está condenado a repetirla.

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