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¿Está descarrilando la reconstrucción de los Boston Celtics?

Ha transcurrido más de un año desde el traspaso que supuso la marcha de Kevin Garnett, Paul Pierce y Jason Terry a los Nets, a cambio de Gerald Wallace, Kris Humphries, Marshoon Brooks, Keith Bogans, Kris Joseph, las 1as rondas Nets de 2014, 2016 y 2018, y el derecho a intercambiar las rondas en 2017, así como de una trade exception de 10,3 millones. En su día lo calificamos como un traspaso de valor incalculable y el paso del tiempo no ha hecho más que dar la razón. Si alguna duda existía sobre la oportunidad de realizar en aquel momento el traspaso o sobre la capacidad de las estrellas veteranas bostonianas de soportar sobre sus espaldas una temporada más a ritmo altamente competitivo, los hechos no han tardado en darle la razón a los Celtics:  las piernas de Pierce y sobre todo de Garmett han dado fe del paso de los años durante la estancia en los Nets de esos viejos rockeros. Un movimiento, pues, oportuno, casi de necesidad para los Celtics, se convirtió en una fuente de beneficios múltiples a cobrar temporada tras temporada hasta 2018. Sin duda, se trató del tercer mejor movimiento de la era Ainge en Boston, tras el de Kevin Garnett y el de Ray Allen, en tanto que fuente de recursos presentes y futuros.

¿Pero qué ha pasado desde entonces? ¿Cuáles son las líneas maestras que han guiado la conducta del equipo? ¿Se han alcanzado hitos relevantes en el proceso de reconstrucción del equipo o no? Las respuestas a estas preguntas no son evidentes, pero sí que es imprescindible introducir algunos elementos de reflexión, a medio camino entre los que dan el vistobueno a la línea seguida en el último año y los que piden cortar cabezas ante los malos resultados deportivos.

Los Celtics un 22 de julio de 2014

La plantilla actual de los de Boston presenta importantes diferencias respecto a la que quedaba hace un año tras el traspaso, aunque resulta parecida en algunas características fundamentales. En el traspaso con los Nets, Boston perdía jugadores de gran peso y un año después, esa calidad perdida no se ha recuperado, ni se han producido progresiones de jugadores lo bastante significativas como para que pueda hablarse de relevos naturales. Los puntales restantes siguen siendo los mismos, con un Rondo que entra en último año de contrato; un Green que ha vuelto a demostrar que no está para tirar de ningún carro sino para que tiren de él; un Bradley cuyas leves progresiones han multiplicado su coste contractual, y un Sullinger en condiciones de afianzarse como buen jugador interior pero que aun tiene mucho que mejorar. Los mismos jugadores que sentenciaron al equipo a no superar las 30 victorias el año pasado, lo que es una buena muestra de las limitaciones competitivas que ahora mismo afectan al equipo.

A lo largo de ese tiempo han tenido lugar ya dos periodos de FA veraniega y muchos meses de mercado abierto para reforzar la plantilla, en los que Boston no ha realizado incorporaciones de calado. La ineludible necesidad de introducir un center de calidad no ha sido atendida, a pesar de que en ese plazo han cambiado de equipo jugadores del nivel de Al Jefferson, Pau Gasol,  o Omer Asik. Se ha hablado durante mucho tiempo, con poco fundamento y un exceso de ilusión, de la posible llegada de Kevin Love al equipo pero nada indica que esta pueda llegar a producirse. Finalmente la trade exception del traspaso de los Nets ha propiciado la llegada de Zeller, center de no demasiadas condiciones y que formará con Faverani y Anthony una rotación en el puesto de 5 compuesta por jugadores que tendrían problemas para encontrar minutos en varios equipos de la NBA.

Otro rasgo común es el gusto por llenar la plantilla de escoltas. Si con la llegada de los jugadores de los Nets, Boston se veía colapsado en dicha posición con Bradley, Courtney Lee, Crawford, Brooks y Bogans, este año la cosa no es para menos: Bradley, Thornton, un recien llegado Evan Turner, James Young y los todavía en plantilla Babb y Bogans deben formar actualmente la rotación más larga en esta posición de toda la NBA. Y ello sin contar que, según algunos, el destino de Smart es emparejarse con Rondo. Cierto es que Turner y quizás Young pueden ser desplazados a la posición de SF, donde la rotación mejoraría respecto al año anterior, pero son demasiados cuerpos y pocos minutos disponibles para el joven Young, al que empieza a parecer que este año le aguarda la NBDL. Mucha gente y pocas perspectivas de que ninguno de ellos se convierta en un jugador estelar en la posición.

La otra posición un tanto colapsada hace algo más de un año era la de power forward, con cuatro jugadores en la misma: Bass, Sullinger, Olynyk y Humphries. La marcha de este último a Washington y la llegada de Zeller permiten reequilibrar un tanto las posiciones 4-5 pero lo hacen al precio de prescindir del jugador más competente y trabajador de los 4 y del que mejor se desenvuelve en caso de tener que ocupar la posicion de 5. De su salida los Celtics obtienen una pequeña trade exception pero continuan con Bass, a quien parece que no hay forma de encontrar equipo y que es mucho más redundante que Humhries con Sullinger y Olynyk en la plantilla. A este paso, su destino acabará siendo ver finalizado su contrato y marcharse de la misma manera que Humphries.

En el resto de posiciones se ha tendido a ganar profundidad, mediante la llegada de Smart y la progresión de Pressey en el PG, y sobre todo del recien llegado Turner para aportar minutos como SF, aunque de poco sirven en una plantilla con un quinteto titular inferior al de la mayoría de equipos de la NBA.

El marco estratégico

El balance realizado muestra que los Celtics no han querido o no han podido incorporar jugadores verdaderamente relevantes a la plantilla y siguen empeñados en una estrategia de formar un equipo de perfil bajo, en el que queda una única estrella y resulta complicado distinguir quien es su segundo o tercer mejor jugador. Si bien ello podía ser entendible en el verano de 2013, dado los escasos márgenes que quedaban tras la llegada de los jugadores de los Nets, en el presente año está claro que Boston ha preferido otras opciones, como pagarle mucho a Bradley, sobre apuestas alternativas como realizar otras adquisiciones en la FA. La famosa trade exception de los Nets se ha invertido a su vez en jugadores modestos (Zeller, Thornton) y en una ronda de los Cleveland de Lebron que también va a ser muy baja. Y eso que a pesar de no sacar gran cosa, Boston ha jugado un papel vital en la llegada de James a los Cavs, como destino de salarios sobrantes. Dicho papel de reforzador de un equipo del Este ya lo interpretó Ainge en 2004, al propiciar la llegada de Rasheed Wallace a los Pistons, asumiendo la llegada desde Detroit de Chucky Atkins, Lindsay Hunter y una 1a ronda con la que sería drafteado Tony Allen. Un movimiento, en cualquier caso, que pone en evidencia el hecho de que Boston deja para más adelante el atraer jugadores que contribuyan realmente a la reconstrucción, colapsando de nuevo el espacio salarial de la plantilla para el presente año.

Dicha apuesta por los perfiles bajos ya data, además, de la temporada pasada, cuando Courtney Lee y Jordan Crawford abandonaron la plantilla a cambio de bien poca cosa. Hay que recordar que ambos jugadores vieron sus carreras deportivas revitalizadas en el sistema Stevens, jugando quizás al mejor nivel que han tenido nunca como profesionales, pero lejos de reforzar su papel, se permitió su marcha a cambio básicamente de 2as rondas. El caso de Lee pudo ser más acuciante por la duración y volumen de su contrato, pero hay que tener en cuenta que en el de Crawford hubo de asumirse a Joel Anthony, quien venía con contrato bajo el brazo hasta 2015, a diferencia del expiring Crawford. Otro signo más de que generar espacio salarial a corto plazo y pelear en la FA de este verano no entraba demasiado en los planes de Ainge.

Se ha destacado que en todo este proceso Boston ha acumulado rondas y algunos activos, pero la verdad es que en el último año Boston prácticamente no ha sumado nada vía mercado y dispone más o menos de lo mismo de que disponía tras el traspaso con Nets. Las operaciones con Memphis (Lee), Golden State (Crawford/Brooks) y Cleveland han supuesto una 1a ronda que va a ser muy baja (y que si no lo es, por ejemplo a causa de una lesión de Lebron, está protegida hasta la posición 10) y algunas segundas rondas. No ha sido posible obtener nada de jugadores como Bass y Humphries, que han tenido el cartel de transferible todo el año, salvo otra trade exception. Boston ha practicado además un tanqueo activo a lo largo de la temporada 2013-14, pero sin la suficiente intensidad como para llegar a la lotería con probabilidades importantes de alcanzar las tres primeras posiciones del Draft, lo que ha conducido al equipo a realizar elecciones de alto riesgo en el mismo, con unos Smart y Young que bien pueden albergar calidad pero que por sus limitaciones no está nada claro que no puedan derivar en busts del nivel de los ilustres Marcus Banks o Gerald Green.

En cuanto a la actividad en la FA, no ha desentonado del marco general. Durante la temporada pasada se explotó para extender contratos baratos y cortos a jugadores de perfil bajo propios de equipos tanqueadores como Johnson y Babb y para sumar otro rookie en Pressey, de modo que la única adquisición relevante que se ha producido hasta ahora desde el verano de 2013 es la de Evan Turner, que además es posiblemente un adquisición mejor que todas las que han tenido lugar mediante traspasos tras el acuerdo con los Nets. Ello resulta paradójico en un equipo cuyas decisiones muestran que ha desestimado la FA como vía importante para reforzarse, al menos hasta ahora.

El balance y el coste de oportunidad

Si diéramos por hecho, cosa del todo imprudente, que el equipo actual es el que empezará la temporada, el balance en cuanto operaciones del año y pico transcurrido tras el traspaso con los Nets no podría ser bueno. Y no por culpa de ese traspaso, que fue excelente para Boston. Ni tampoco porque haya tanqueado durante una temporada, cosa que es lógica en las circunstancias en las que se encontraba el equipo: etapa post-Pierce&Garnett, lesión grave de Rondo… El problema es que los Celtics llevan un año sin hacer nada importante ni en la cancha ni en los despachos. En el primer aspecto, no se han dado pasos para volver a ser un equipo competitivo a corto plazo, ya que todos los movimientos tienden a empeorar al equipo y a reabrir una etapa ya conocida de “escuela de baloncesto“, con los Sullinger, los Olynyk, los Smart y otros aprendiendo qué es eso de jugar en la NBA sin el acompañamiento de veteranos cualificados, que son los que enseñan a jugadores que no cuentan con las mejores características baloncestísticas a ganar partidos. Por el contrario, los acompañamientos vienen de la mano de trotamundos como Brooks, Bayless o Thornton, que como Anthony o Wallace se saben de paso y no tienen ningún tipo de identificación con la plantilla, mientras que otros que en principio si lo tienen, como Green, destacan por su indolencia. Se agradecería muchísimo que Turner fuera el primer paso en una apuesta más definida por la calidad y la búsqueda de victorias, si no a corto, si a medio plazo, pero la continuidad de la mayor parte de los jugadores del tanqueo de la temporada pasada puede dificultar el disponer de un entorno en el que recuperar para el baloncesto a jugadores como Turner. Solo el hecho de que cuente con la confianza de Stevens y sus estadísticas (condición necesaria para explicar su llegada vía FA), da pie al optimismo en este sentido.

En relación con los despachos, el mayor éxito que pueden atribuirse a los Celtics es conseguir que sus aficionados se sonrojen cada vez que alguien dice las palabras “fuegos artificiales”. Es evidente que si Boston no ficha jugadores estelares es porque no puede, pero el problema es que tampoco es evidente que esté dando los pasos necesarios para convertirse en un entorno adecuado para acogerlos. El empobrecimiento competitivo ha restado mucha credibilidad a los jugadores bostonianos, que resultan bien poco apetecibles como objeto de transacción por jugadores importantes, como se ha visto en el caso Love y como muestra la ausencia de otros movimientos de peso. Por su parte, las numerosas rondas de que dispone Boston no se perciben por el momento como pertenecientes a la zona noble del Draft, salvo si Boston pierde muchos partidos y ofrece la suya, pero ello introduce un círculo vicioso en el que el valor percibido de los jugadores de los Celtics sigue retrocediendo, y conviene recordar que ninguno de ellos ha conseguido venderse a un precio digno en el último año: tan solo como saldo, aunque salieran con un título de “mejor jugador de la semana” bajo el brazo.

Todo esto, además, se ha hecho a costa de descartar otras opciones o líneas de trabajo. Por ejemplo, no usando el mercado para incorporar nuevos jugadores de nivel medio-alto (aunque sean veteranos), que puedan reanimar el juego céltico junto a Rondo, Sullinger y Green y formar un quinteto o una rotación creible capaz de intentar regresar a los playoffs. No hacerlo puede entenderse desde el punto de vista de rehuir ese temido nivel de mediocridad que deja a los equipos de la NBA en tierra de nadie, pero deben hacerse ciertas precisiones. Las estrategias de fichar para perder como la que ha tomado Boston en el último año pueden ser también muy dañinas para la competitividad de la franquicia y terriblemente dolorosas para los aficionados, que al fin y al cabo son los que mantienen el negocio. Tampoco el llegar a un equipo cogido con alfileres es lo que buscan las estrellas de la NBA cuando deciden cambiar de equipo, por lo que operar en la FA para obtener una o conseguirla mediante un traspaso en la que cuente el acuerdo de esa estrella para validarlo (cosa harto frecuente en los contratos estelares), exige un entorno atractivo y una plantilla seria. Por lo demás, si lo que se busca ahora es dejar pasar el tiempo mirando hacia el Draft y actuar más adelante, no se entiende que no se apueste por otro criterio: el de no extender contratos onerosos y de larga duración como el que se ha extendido a Bradley. Si aun no se considera llegado el momento de formar un equipo competitivo, si además das una patada en el suelo y te salen dos escoltas de la nada (Turner y Thornton), ¿para que comprometer el salary cap de años venideros con un contrato elevado, en lugar de invertir en otras posiciones o bien de mantener una línea estricta de contratos baratos (inferiores a 5 millones)?

Pero más allá de estas alternativas tácticas, que pueden resultar más o menos discutibles, hay una realidad que si la próxima temporada no la desmiente cuestiona el trabajo hecho en los despachos en los últimos años. La salida de Garnett y Pierce dejaba la franquicia en manos de una serie de jugadores de los que se creía que podían formar parte de un equipo competitivo y a los que se sumaban otros jóvenes jugadores procedentes del Draft y algunos jugadores Nets que podían echar una mano para facilitar la transición. El viejo Big Three entregó la antorcha pero los que la recibieron, en lugar de mantenerla en alto, se han visto afectados por quemaduras de segundo grado. Sin referencias estelares, los Celtics actuales no han sabido sostenerse y ni salen los quemados, ni entran dosis de talento significativas que cambien el contexto, sin las cuales las malas temporadas pueden volver a ser la norma en Boston.

¿Y ahora qué? ¿Descarrilados o encarrilados?

Los resultados y las gestiones no son demasiado buenos, pero  en Boston resulta fácil ilusionarse. Un sector de los medios, de los bloggeros y de los aficionados ve cosas. Un día ve la llegada de una gran estrella con todos esos activos que supuestamente tiene Boston. Otro día se ve dominando la Free Agency de la próxima temporada. Y más comunmente ve a sus jóvenes jugadores convertidos en estrellas o jugadores importante más pronto que tarde. Pero tan solo son visiones y especulaciones, nada garantiza que tales cosas vayan a suceder. En primer lugar porque Boston parece tener problemas claros para brillar en el mercado, lo que pone en duda que sus activos sean tan atractivos como se pretende: con la de rondas, expirings y trade exceptions que Boston ha tenido en su mano este verano, no ha obtenido nada sustantivo: tan solo ha podido ejercer sus elecciones y recoger un par de jugadores con los que otro equipo de nivel de lotería no contaba en su proyecto competitivo. En segundo lugar, por las inconsistencias con que se toman algunas decisiones y la falta de una línea coherente en cuanto a la utilización del mix salary cap/traspasos/FA, como muestran algunos ejemplos comentados.

Por lo tanto, respondiendo a la pregunta que abre esta entrada, quizás la reconstrucción no esté descarrilando pero sí que es evidente que no está nada encarrilada. La incertidumbre en cuanto a cuales pueden ser los pasos a seguir y sobre si todas estas decisiones van a servir para acabar disponiendo algún dia de una plantilla potente es total. Y quedan pendientes de dilucidar cuestiones claves muy importantes, como el futuro de Rondo, que van a ser determinantes en el destino que aguarda a la franquicia en los próximos años. En Boston el movimiento está garantizado: tener a Ainge al frente de los despachos es como estar en una tómbola donde algo siempre toca, si no es un pito, una pelota.  Pero no lo está que ese movimiento conduzca a ninguna parte.

[Artículo publicado originariamente en el blog de celtic-nation.com]

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