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firma invitada CARLOS RIVERA: Fui 1 de 18,624 el día del 2,561

Una de las cosas que como fanáticos de los Celtics tenemos que hacer antes de morir es ver un juego en el Garden. Es nuestra Mecca y ese peregrinaje yo trato de hacerlo anualmente. Mi primer juego fué el miércoles 17 de marzo de 2010.

Eso es correcto, mi primer juego en el Garden fué el Día de San Patricio.

Desde el 2004 los Celtics no habían jugado en Boston un 17 de marzo. Se pueden imaginar la importancia de este juego. Tan pronto se abren las compuertas del aeropuerto de Logan sientes ese frío de marzo en la cara e inmediatamente ves un océano de verde ya que TODO EL MUNDO tiene algo verde puesto en la calle. Mi hermano y yo cogimos un taxi al hotel e inmediatamente nos montamos en el “T” hasta North Station.

North Station queda exactamente al frente del Garden así que cruzamos la calle y quitándonos nuestros sombreros de frío entramos al santuario. Adentro es otro mundo, subes la escalera automática y te encuentras en el lobby donde hay restaurantes, boletería y tiendas. Cogimos nuestros boletos y proseguimos a atocigarnos de parafernalia Celtic.

Todo esto es un preámbulo a lo que nos esperaba al salir del túnel hacia nuestros asientos, te reciben todos los Banners y números retirados junto con el Titantron. Te sientes que mides centímetros. Se me hace imposible explicar ese visual, como les digo, es algo que TIENEN que vivir. Nos sentamos con sendas cervezas, verdes debo aclarar y se bajan las luces. Sale el intro del equipo en el Titantron con su música y aquello se quería caer del estruendo de la gente. Luego de que Eddie Palladino hace las introducciones de los jugadores empezó el juego. De más está decir que le dimos una escalpiza a los Knicks. Era el primer juego de Nate Robinson como Celtic contra su viejo equipo y Eddie House estaba con NY. Antes de el tablero marcar finalmente BOS 109 NY 97 salió Gino. Qué mejor bautizo en las pilas del Garden que ver a Gino por la zurra que le dimos a NY.

De todas maneras, el título de este artículo se refiere a mi visita al Garden el siguiente año. El año en que Ray Allen rompió el récord de Reggie Miller de más tiros de 3′s en la historia de la NBA. Mi hermano y yo estuvimos allí. Allí. Presentes. Lo vimos.

Y por poco no sucede.

Cuando separo la fecha del peregrinaje anual ese año, me percaté que podíamos coger 2 juegos en ese viaje, febrero 10 contra los Lakers y febrero 13 contra Miami. Perfecto! Tremendo banquete! Mientras se acercaba la fecha del juego contra LA Ray Allen se iba acercando a Miller en 3′s. El juego anterior contra Charlotte, que perdimos, Allen estuvo a punto de empatar a Reggie pero no lo logró así que para el próximo juego le faltaba uno para empatar y dos para romper el récord. Sentados nos dimos cuenta de lo destinado que estaba todo a darse allí, en el Garden, contra los Lakers y con Reggie Miller narrando el juego en vivo. Como dije, perfecto.

Tan pronto salió Ray del túnel a calentar los 18,624 nos levantamos en unísono a aplaudir. El juego no empezaba como hasta 15 minutos después y la gente no se sentó. Cada vez que la cámara presentaba la cara de Ray Allen en el Titantron todos aplaudimos y gritamos. Era ridículo. A todo esto el juego NO ha empezado.

Cuando la gente al fin se sentó fue cuando comenzó el juego. En el primer parcial Rondo baja la bola, Ray corre dos cortinas y sale sólo a la esquina, pase de Rondo, tira y falla. Próxima posesión Garnett se postea, lo doblan y la pasa a Ray que está solo de 3. Boom. Empata a Reggie Miller con 2,560. La respiración colectiva de los 18,624 iba al unísono, respiro cuando Ray coge la bola, exhalo si falla y grito cuando la encesta. Eso multiplicado exponencialmente en un sitio cerrado y aglomerado.

Quedando menos de 2 minutos del primer parcial Boston se va en fastbreak. Rondo penetra y la defensa colapsa hacia la pintura, ahí el pase que todos esperamos a un Ray Allen que tira y….

Al día de hoy no puedo explicarme, mucho menos a ustedes, la energía que había en ese sitio en ese momento. La electricidad y la estática que había entre persona y persona, asiento y asiento, nadie se conocía entre sí pero todos nos abrazamos, nadie hablaba español pero todos nos entendimos. Lo que muchos denominan Celtic Pride es real, existe y lo viví en la piel. Todavía se me paran los pelos cuando escribo sobre ésto. Salvo por ganar un campeonato, no debe existir orgullo más grande en el deporte profesional que el que sentimos todos ese día.

Y yo sólo era uno de 18,624.

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