Ayer Boston sacrificó la penúltima de sus posibilidades matemáticas de meterse en la última plaza de los playoffs, tras caer vergonzosamente ante los Knicks, por 101 a 86, un equipo plagado de lesiones y frente al cual se sacrificó una amplia ventaja conservada hasta el ultimo cuarto. Claro que los Knicks no eran el único equipo con media plantilla apartada de la pista: Al Jefferson y Wally Szczerbiak han dicho ya adios a su temporada, mientras que Delonte West se retiraba maltrecho en el primer cuarto, bajo la promesa, eso sí, de regresar el próximo partido.
Se acerca, pues, irremediablemente, el momento de hacer balance. Las ilusiones se agotan y la temporada se confirma como infernal. No se puede ni se debe eludir la necesidad de que los estamentos del club hagan un análisis riguroso de lo que tienen entre manos, comenzando por el cuerpot técnico y acabando por Brian Scalabrine. Esta temporada ha sido positiva en muy pocos aspectos y negativa en muchos. Hemos gozado del gran rendimiento de Pierce, la aparición de Gomes y de la progresión de West, pero eso sólo ha servido para superar levemente la franja de 30 victorias. Además hemos comprobado el retroceso de Jefferson y la inoperancia de Greene y Scalabrine, mientras soñamos con el crecimiento de Gerald Greene como gran argumento de futuro. Posiblemente seguimos contando con una interesante combinaciones de jugadores, pero este equipo no ha encontrado un rumbo ganador. La reconstrucción debe continuar.
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