Entramos en el año 2006, que se presenta como uno de los más duros del presente milenio desde la perpespectiva celticomaniaca. Este va a ser sin duda el año central en la travesía por el desierto del equipo. El año en el que se pondrán a prueba las resistencias de cada uno ante el fracaso evidente que apunta el camino iniciado hace ya casi tres años. Los hechos resultan ya innegables. Ni la audacia de Davis y Pierce han permitido maquillar las debilidades del proyecto, y lo que antes era arquitectura frágil ahora amenaza con el derrumbe. El tiempo de la cuenta atrás hacia un nuevo escenario ya está aquí, sólo algunos sobrevivirán a ella y sin duda nos deparará un largo periodo de debilidad, que én 2006 pasará por su periodo álgido. Pasemos a las razones de todo ello.
Es evidente ya que la visión de Ainge ha fracasado. Como muchos diseñadores de proyectos deportivos antes que él, se ha visto preso de sus propias carencias y no ha sabido aprender de sus propios defectos. Defectos que han sido flagrantes en dos áreas y que han acabado por condenar al equipo: la selección del equipo técnico, con Doc Rivers al frente, y la elección de agentes libres. Danny Ainge ha entregado el equipo a personas incapaces de sacarle rendimiento deportivo en forma de victorias y ha realizado transacciones altamente negativas en materia contractual y deportiva en el apartado de veteranos. Es por ello que el 90% del tiempo que Danny Ainge ha estado al frente del equipo, éste ha ido a la deriva. Lo fue toda la temporada 2004, tambien gran parte de la 2005 y por supuesto en la 2006. Ello no supone que el equipo se encuentre en una situación sin salida, pero sí que él es y probablemente sea incapaz de encontrarla. Y todo esto no desmerece sus exitos, que en el Draft han sido muy importantes; simplemente, con ello no basta.
No es necesario insistir en las carencias del cuadro técnico porque se pueden percibir en cualquier partido o en cualquier declaración de Doc Rivers, quien se ha convertido en la viva imagen de la importencia, en alguien incapaz de determinar por qué gana o por qué pierde. No insistamos, pues, en ello, y si en otro detalle: el triángulo de responsables de la situacion actual, que forman Ainge y Rivers, se cierra con los propietarios de la franquicia. Ellos entregaron el proyecto a Ainge, validaron sus decisiones y también parece que las influyeron, por lo que aquí las responsablidades aparecen entrelazadas.
Así las cosas, sólo cabe preguntarse cuanto tardará el triángulo en romperse y a quien se llevará por delante. Ainge ha amenazado con traspasos ante la prensa bostoniana, en un ejercicio de huida hacia delante y de salvamento de responsabilidades triangulares, pero cuesta creer que hoy Ainge esté en condiciones favorables para ello. Dudo profundamente que tras la experiencia vivida, los propietarios sintonicen con la idea de correr nuevos riesgos con traspasos importantes, esto es, con otra cosa que no sea liberar lastre. Crisis de resultados es tambien crisis de gestión y crisis de confianza. La forma que ésta pueda tomar es difícil de preveer desde aquí y las consecuencias que tendrá también, pero esto no va a ser sostenible mucho más tiempo.
De momento pagaremos el precio de pasar un año en el infierno, pero tampoco va a salirle gratis a todos los responsables. Sólo es cuestión de dejar terminar la cuenta atrás y ver los resultados. 2006 es el año del infierno, pero también el de los cambios.
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